Nuestra propia percepción está guiada por la realidad en la que cada uno vivimos. La percibimos así porque tiene mucho que ver con nosotros. Percibimos aquello que nos resuena, aquello que nos va y especialmente, lo hacemos en función de aquello que necesitamos… De lo que queremos y todavía no tenemos…
De ahí que cada uno ve e interpreta el mundo a su manera, según su propia realidad de deseos, de inquietudes, de carencias, de heridas… Nos contamos a nosotros mismos una historia, una película y esa la convertimos en nuestra propia realidad. Al mirar al otro lo hacemos a través de nuestra particular mirilla sin darnos cuenta que éste está al otro lado de la puerta viviendo y contándose también su propia realidad. En este sentido, para mí, conectar con el otro significa que en un momento, en un contexto, en una situación, compartimos un pedacito de nuestra historia en la que para que funcione el encuentro en esa relación, es bueno que preguntemos y constatemos, no supongamos ni inventemos lo que el otro está sintiendo, pensando y haciendo.
Para conocernos mejor, en la Gestalt, trabajamos esta Percepción Emocional con lo que llamamos: «Figura y Fondo». Es algo que pertenece a lo invisible, a lo obvio, a lo que no se ve.. por eso al aplicar este ejercicio de hacer consciente lo inconsciente, emerge una información que no deja de sorprender.
Las claves de esta aplicación consciente del inconsciente las podríamos resumir en las siguientes:
En definitiva, estas “figuras” que se nos aparecen y a las que, en la mayoría de las ocasiones no nos paramos a observar, son muy buenas pistas para saber qué estamos necesitando, especialmente a nivel emocional. En nosotros mismos además, hay necesidades conocidas y desconocidas o inconscientes. Algunas son necesidades escondidas o tapadas, las cuales no nos interesa saber (no estamos todavía preparados para ver de dónde provienen o las hemos ocultado para poder sobrevivir y seguir adelante, especialmente en situaciones traumáticas). Pero, aunque no las veamos o percibamos de forma consciente, esta necesidad se queda sin saciar, con lo que la tenemos pendiente y por tanto, nos desequilibra. Si una necesidad no la atendemos y no la saciamos, se puede decir que volverá una y otra vez a nosotros hasta que estemos preparados, nos demos cuenta de su existencia y la afrontemos para satisfacerla. En este sentido, en el proceso para nuestro autoconocimiento es vital averiguar qué estamos necesitando y para ello tendremos que dejarnos sentir, para encontrar en nosotros mismos aquello que nos remueve, nos descoloca, nos falta y precisamente este proceso es el que hacemos con la ayuda de la Terapia.
Comparto por aquí un ejemplo real de aplicación del ejercicio de “Figura y Fondo”, detallando cómo yo misma me identifiqué con un objeto que se me hizo figura. Esta identificación la hacemos en primera persona para que sea más fácil darnos cuenta de lo que inconscientemente sentimos y necesitamos, para que salga a la luz y volvamos a encontrar nuestro propio equilibrio.
Soy el ascensor amarillo que hay ahí fuera…
Soy viejo, muy amarillo, de hormigón armado, regio.
Dejo abrir mis puertas, pero solo cuando me tocan en el botón de llamada y luego me vuelvo a cerrar.
Dentro de mi hay cristal, que es más frágil, pero no lo enseño.
Cuando las personas bajan por las escaleras, me da pena que no me llamen y se metan en mí y me vuelvo a cerrar.
Subo y bajo y bajo y subo.
Es verdad que no soy como el ascensor de mi lado que está más viejo, parece averiado y es más feo.
Yo soy más bonito, vistoso, más activo…
Pero sigo estando cerrado.
Ojalá no tuviera el botón, para estar siempre abierto… ¿Entonces estarías siempre expuesta y te podrían hacer daño?… Sí.
En definitiva, después de escribir y visualizar lo que en ese momento se hace “figura” para mí, puedo ahondar en aquello que me produce malestar, me remueve, me toca; en todo aquello que, en ese justo instante, percibo de mí. A partir de aquí puedo hacer consciente mi inconsciente para comenzar el viaje en mis “darme cuenta”… en encender la luz de mi habitación y ver lo que tengo dentro.
BS.